Anoche pensé hacer mi balance de fin de año, pero el vecino tenía la música a todo timbal y en algún momento hasta les dio por poner al adefesio de Enrique Iglesias cantando “Es una experiencia religiosaaaa” con esa voz de estreñido que se gasta (Gracias por el chiste, Don D) y a la cual se sumaron las voces del dúo vernáculo que ya se había bajado una botella de sello negro versión 100 años (qué despropósito!!!). Hasta ahí me llegaron las intenciones de seguir escribiendo.
Muy a las 5 de la mañana cuando por fin noté que no había música ni voces, me levanté para conectarme a Internet por si acaso el bichito que revolotea últimamente en mis sueños estaba online. Como no lo pesqué entonces me fui a caminar un rato. Es la mejor hora para hacerlo. Aún no ha salido el sol y como todo el mundo anda de feria pues escasamente se encuentra uno a los borrachitos con el piloto automático rumbo a sus casas. Regresé poco después de las 6 de la mañana y encontré en la puerta al repartidor de periódicos. Le di un saludo navideño y me respondió con una amplia sonrisa. Subí las escaleras, me preparé un té verde y me senté en el balcón a hojear los titulares. Entonces me acordé del balance.
Este año fue como una montaña rusa.
En el trabajo comenzó con pie izquierdo, el cambio de administración afectó las posibilidades de celebrar contratos por lo que tuve que recurrir a la creatividad para subsistir. Ha sido durísimo. Sin embargo este año por fin logré tener mi propio apartamento tal como siempre me lo soñé. Me asusta un poco la deuda, pero qué carajos, no existe mayor satisfacción que la de terminar el año con nuevo hogar.
Después de cientos de intentos fallidos, al fin este año pude ver mi nombre impreso en artículos de una revista de mí país, de mí ciudad. No me pagan un peso pero la satisfacción supera cualquier cifra. Además todavía soy de las que piensa que escribir debe ser un acto de vocación más que un trabajo o una actividad productiva en términos económicos. Si, ya sé, es muy lindo para decirlo pero a la hora de pagar las cuentas que bien vendrían unos pesitos de más.
Mi salud estaba pésima en enero. Hipertensa, obesa con ene coomorbilidades, deprimida. Un verdadero desastre. Lo bueno fue que al fin tomé la decisión y me hicieron la cirugía para la obesidad. Los resultados no se han hecho esperar. Ya no estoy hipertensa, cada día que pasa me siento mejor conmigo misma, el ejercicio y los cambios me han alejado de las ansiedades y la depresión se fue pa’l carajo. Emocionalmente aún sigo un poco inestable a pesar de llevar un año entero entre loquera y psicoloca que han hecho todo lo humanamente posible por equilibrar mis estados, pero hace unos 10 días llegué a la conclusión de que no necesito ni de la una ni de la otra, que ya me dieron suficientes herramientas para comenzar a trabajar en mí misma y conmigo misma. Mi ombligo… igualito.
En el amor las cosas estuvieron bastante calmadas hasta hace un par de meses. Estuve como Davivienda: en el lugar equivocado. Pero el fin de año llegó con un viento mediterráneo nuevo que me ha devuelto la magia y la fe.
Los amigos y la familia son muy importantes en estas fechas y para elaborar estos balances. Sin embargo ahora quiero estar metida en mi escafandra feliz sabiendo que en algún momento saldré renovada de ella.
El año que viene tiene especiales exigencias para mí. Por primera vez escribo públicamente mis propósitos y espero contar con un bichito que me de ánimos y me motive para ir cumpliendo cada una de esas metas.
1. Dejar de fumar definitivamente.
2. Hacerme la cirugía estética para quitar toda la piel que me sobra cuando llegue a mi peso ideal.
3. Continuar sin abandonar mis clases de baile.
4. Hacer un viaje en Mayo-Junio a cualquiera de estos destinos: Cancún, Costa Rica o Chile.
5. Organizar Gipro para que en el 2009 se recupere de la recesión de este año que termina.
6. Obtener al menos dos contratos mensuales.
7. Dejar de criticar y comenzar a actuar (eso con respecto al gobierno municipal, departamental y nacional)
8. Editar mi libro de cuentos para publicarlo en el tercer trimestre del 2009.
9. Aprender a hablar positivamente para desprogramarme de la negatividad.
10. Comprar la nevera, el microondas y terminar el mueble de madera de la cocina.
Creo que con 10 propósitos es más que suficiente para empezar el año. Es un buen ejercicio que antes lo hacía solamente para mí, pero creo que al hacerlo en mi blog adquiero cierto compromiso formal.
Y bueno, espero no perder el impulso.
FELIZ AÑO NUEVO PARA TODOS